LOS DEL MEDIO

En la entrada anterior, hablaba del "cisma" en la literatura infantil y juvenil española (LIJ) entre los autores "veteranos" y los "jóvenes" escritores.

Los primeros empezaron a publicar sus obras en la década de los 80, cuando la LIJ vivió en España un momento dulce con la aparición de numerosas editoriales, colecciones y premios. De hecho, el concepto de LIJ era entonces casi inexistente o se estaba creando. Ellos fueron los pioneros, los que abrieron el camino, y todavía siguen recibiendo reconocimiento y publicando obras de mérito.

Los jóvenes escritores, en cambio, son los últimos en llegar, los que se criaron de la mano del fenómeno Harry Potter, los que se promocionan por las redes sociales, los que desean que sus obras sean rápidamente compradas y leídas. 

Para la mayoría de los "veteranos", la LIJ no es un fin en sí mismo, sino un medio para acceder a la literatura de adultos. En general, estos autores escriben libros para animar a los chicos y chicas a leer en la escuela, para que les resulten mucho más atractivo, pero son conscientes de las limitaciones de las obras que escriben.

Para los "jóvenes"  escritores, sin embargo, la LIJ es un fin en sí mismo. No se trata de una literatura de "transición", sino una meta. Las obras de estos autores no se suelen mandar en los colegios e institutos; pero, en cambio, han encontrado un público fiel entre la minoría de jóvenes que lee de forma apasionada y compulsiva. Sus obras, para entendernos, sería todo lo contrario a "lecturas obligatorias de clase".

No obstante, esta distinción entre "veteranos" y "jóvenes" escritores no es del todo correcta. En medio de ellos, queda otra generación de autores, menos ruidosa y conocida, quizás con menos suerte, que esconde entre sus filas a autores de gran calidad. Me refiero a escritores como César Fernández García, Rosa Huertas o Mónica Rodríguez. 

¡Leed también a estos escritores! ¡A los del medio!

La verdad, que merecen la pena.