lunes, 26 de septiembre de 2011

EN PEQUE ALFA


Titulo: La herida del oso pardo
Autor: Miguel Luis Sancho
Editorial: Palabra
Colección: La mochila de Astor

Durante una excursión al bosque de Lupama, una tormenta sorprende a Pablo. Mientras intenta volver a casa a toda prisa en bicicleta, tiene un accidente, y decide esperar a que pase la tormenta para poder volver andando. De repente, se encuentra a un oso pardo enorme, de dos metros, que huye en seguida, en cuanto se da cuenta. Pero, ¿cómo es posible? Su abuelo le ha contado que el último oso que había por esa zona lo mataron en el pueblo cuando él era joven. Por eso, cuando Pablo consigue llegar andando a casa, su madre no le cree. Pero él sabe lo que vio, y muy pronto al día siguiente va a buscar a su amiga Sandra y le cuenta todo, para que ella le ayude a averiguar qué está pasando. Resulta, además, que el oso está herido. ¿Qué está pasando? Sandra y Pablo intentarán resolver el misterio, y salvar al animal.

viernes, 23 de septiembre de 2011

UN ANTICIPO

Os dejo el primer capítulo de mi novela "La Espiral de los Sueños", que sale - si todo va bien- el mes que viene a la venta (Editorial Palabra / Colección Mochila de Ástor). A ver qué os parece el arranque:



11.EL BÚNKER DE LA GUERRA

-¡Mira allí! – dijo Gonzalo, quitándose los rizos de las gafas.

Manuel giró el cuello noventa grados y dirigió la mirada hacia unas rocas de granito, cubiertas de musgo y de hierbajos, que se alzaban al borde del camino, formando una derruida atalaya.

-¿Qué quieres que vea?
-Allí, junto a los espinos.

El joven aguzó aún más la vista. Localizó los arbustos que decía su amigo y luego, camuflada entre las piedras, vio una pequeña construcción circular, con dos ventanucos estrechos y alargados. Tenía forma de iglú, pero el tejado de mampostería era completamente plano.

 -¡Es un búnker… de la Guerra Civil! – exclamó Manuel, con cara de asombro.
-Sí, eso parece - contestó su amigo-. No sabía que aquí hubiera uno… ¡Vamos a explorarlo!
-¿Y la excursión?
-No te preocupes, tenemos todo el día para llegar hasta el pico de La Peñota. No se va a mover de su sitio, te lo aseguro.

Los dos muchachos se apartaron de la pista de tierra, saltaron una tapia de piedras sueltas y comenzaron a recorrer un prado en fuerte pendiente, cubierto de escarcha en las zonas de sombra.  

Al alcanzar la base de las rocas, Gonzalo se quitó la mochila de la espalda y empezó a escalar con agilidad entre los peñascos. Las rugosidades del granito, como diminutos garbanzos, le ayudaron a ascender más deprisa por la pared escurridiza.

Manuel, en cambio, no se atrevió a escalar entre las grietas. Dio un amplio rodeo por el prado, hasta que  halló un alargado pasadizo que ascendía entre las rocas. Era una especie de trinchera abandonada, que conducía a la entrada de la fortaleza dando una curva pronunciada.

Cuando llegó a la puerta del búnker, Gonzalo ya estaba subido en el techo contemplando el paisaje ensimismado. Desde allí, la panorámica de la sierra del Guadarrama era impresionante. Se podía ver toda la línea de montañas, que se extendían como un alargado cordón desde el Alto del León hasta el puerto de Navacerrada. La nieve de las lomas, bajo la luz roja del amanecer,  parecía un inmenso río de sangre.

-       Baja, Gonzalo…Vamos a ver lo que hay dentro.

Manuel inclinó la cabeza y, sin esperar a su amigo, se introdujo en el fortín. Su interior era bastante humilde. La sala circular, de ocho o diez metros de diámetro, no poseía ningún mobiliario. Además, apenas había luz, el suelo estaba encharcado y olía intensamente a humedad. Un minuto después, Gonzalo entró por el vano de la puerta.

-¡Aquí huele fatal!- dijo, tapándose la nariz con los dedos.
-¡A muerto!- bromeó su amigo.

Lentamente, los dos muchachos comenzaron a explorar la fortaleza. En algunas partes, tenían que agachar la cabeza para no darse con las piedras sueltas, salientes del techo. Sus ojos se fueron acostumbrando paulatinamente a la penumbra.

-¿Qué será esto?- preguntó Manuel señalando un hierro oxidado, con forma de escarpia, al lado de los ventanucos.
-Parece un gancho para sujetar un arma, quizás una ametralladora- respondió Gonzalo, moviendo el hierro de un lado para el otro.
-¿Y tú cómo lo sabes?
- Seguro que no lo usaban para colgar la ropa sucia.

Con curiosidad, Manuel se asomó por una de las troneras que daban al exterior. Una espesa nube grisácea, procedente de la otra ladera de la montaña, se estaba aproximando de forma amenazadora. A su lado, Gonzalo seguía rastreando la pared con la yema de los dedos.

-¡Aquí hay unos nombres escritos a lápiz!

Manuel dejó de mirar la nube por el ventanuco y se reunió con él. En la penumbra, costaba bastante descifrar lo que ponían las letras. Algunas inscripciones sólo eran siglas borrosas, semejantes a las que graban los enamorados en la corteza de los árboles, pero otras parecían nombres completos de persona.

-Creo que aquí pone Lucas…O tal vez, Lucía- dijo Manuel.
-¿Quién lo habrá escrito?- preguntó Gonzalo.
-¡Vete a saber!... Puede que cualquiera que haya pasado por aquí, pero también algún soldado que luchó en este búnker.
-Este sitio me da muy mal rollo. Me está agobiando. Si no te importa, me voy afuera.

Manuel, sin embargo, se quedó dentro del búnker y siguió examinando los signos escritos en el muro. La caligrafía era grande y redondo, parecida a la de un viejo maestro de escuela. Después de un buen rato, no le cabía ninguna duda. Sobre la pared estaba escrito el misterioso nombre de una mujer: Lucía Marzal.  

Finalmente, Manuel salió del fortín y recorrió un tramo de la trinchera excavada en la roca. Miró al cielo y descubrió que la espesa nube había ocultado el sol. En su lugar una luz espectral, quizás de ultratumba, se había extendido por el valle como una sábana de plata. El muchacho buscó a su amigo con la mirada, pero no lo vio por los alrededores. Era como si se lo hubiera tragado la tierra.

- Deja de hacer el tonto, Gonzalo... ¿Dónde te has metido?

 Sólo una ráfaga de aire le contestó.
El tiempo estaba cambiando de forma brusca. De golpe, la temperatura había bajado varios grados centígrados. Un fuerte viento se había levantado y agitaba las copas de los árboles.

-¿Dónde estás, Gonzalo? – gritó esta vez con angustia.

Nervioso, Manuel se subió a lo más alto de una roca. Desde allí descubrió a su compañero unos metros más abajo, en mitad de la pradera cubierta de escarcha. Estaba charlando con un anciano de unos ochenta o noventa años, un tanto extravagante.

El hombre llevaba puesto un anorak blanco, bastante rozado por los costados, con una estrella roja de seis puntas en el pecho. También vestía un pantalón del mismo color y unas botas de cuero muy desgastadas. Entre las manos, deformadas por los años, sujetaba unas viejas tablas de esquí, fabricadas de una sola pieza de madera.

-¿Con quién hablas?- le preguntó Manuel - ¿De dónde ha salido ese hombre?

Pero su amigo continuaba sin contestar. No se atrevía. Tenía la cara pálida, totalmente desencajada, como si acabara de contemplar la visión de un fantasma.





domingo, 18 de septiembre de 2011

LA FRONTERA INVISIBLE


Es difícil saber dónde se halla la frontera que separa el fracaso del éxito, la línea invisible que divide a los autores con ventas brillantes de los que están en la sombra, esperando que el gran público los lea.
Ya sabemos que la frontera no está determinada por la calidad literaria de las obras. No todos los autores "buenos" tienen la obligación de ser "malditos" o "malogrados", ni todos los autores "comerciales" considerados automáticamente basura.
Entonces, ¿cómo llega una obra a tener éxito?¿Cómo se sabe si un libro va o no a funcionar?
¿Todo se debe al "marketing", es decir, a que la obra sea más o menos visible?
Yo creo que no.
Lo fundamental es la conexión con el público al que va dirigido el libro. El género de la fantasía, por ejemplo, no se entiende igual ahora que hace 20 años.Cuando de pequeño leía "El señor de los Anillos" de Tolkien, no esperaba encontrar entre sus páginas una historia romántica, sino pura épica (aunque un libro tan completo y extenso también las incluya). Hoy en día, sin embargo, es casi imposible entender una historia fantástica sin una subtrama amorosa o sentimental. El público demanda ese tipo de narraciones. Como el polen, los gustos o estéticas flotan en el aire de cada época.
Un segundo factor a tener en cuenta es la familiaridad del autor con Internet y las redes sociales.Los nuevos lectores, sobre todo los más jóvenes, no buscan recomendaciones de libros en los suplementos de lo periódicos o en revistas de papel, sino que lo hacen en blogs o revistas digitales con aire moderno e innovador. Por ejemplo, muchos "fans" de Laura Gallego ya habrán devorado el arranque del libro en las páginas donde se ha difundido.
Sin embargo, hay  también un tercer ingrediente misterioso y escurridizo, que no se puede medir con facilidad. Es el azar, la suerte, la fortuna.
Para explicar la frontera invisible que separa el éxito del fracaso, se me ocurre una imagen:

"La nieve siempre posee la misma esencia, pero son las condiciones ambientales las que determinan si cuaja o no".

jueves, 15 de septiembre de 2011

EL BAZAR DE LOS LIBROS


Como sabéis, el gran "bazar" de Amazon acaba de desembarcar en España.
Igual que otros muchos autores, no he podido resistir la tentación de poner mi nombre en la alargada ventanita del buscador. 
Después de unos segundos de incertidumbre, la pantalla se ha desplegado de golpe. Sí, están. Allí aparecen los títulos de mis libros, aunque alguno no está registrado todavía.
Os dejo el enlace, por si alguno quiere echar un vistazo y se anima a leerlos:


Por cierto, los libros no sólo están en Amazon. También hay muchas librerías tradicionales donde se pueden encontrar.Estas son algunas de ellas:


miércoles, 14 de septiembre de 2011

UN NUEVO PROYECTO

Estoy trabajando en un nuevo proyecto, en un libro infantil para primeros lectores. Se trata del primero que escribo y no sé si acertaré con el tema y el tono que debo emplear.
Los libros infantiles parecen demasiado simples, muy facilones. Sin embargo, por lo menos para mí, son complicados de escribir.
Llevo sólo 10 páginas. Trabajo con lentitud y avanzo con dificultad, tropezando en cada punto y seguido.
No se trata de añadir palabras, sino de dejar el texto desnudo: decir únicamente lo esencial.
He descubierto que escribir un cuento infantil se parece mucho a componer un poema. Está muy lejos de la novela, de la narración larga y extensa.
No sé bien qué pasará con el nuevo proyecto. Ya os lo contaré cuando llegue al final.

jueves, 8 de septiembre de 2011

LA SUCESORA DE CHEJOV

Me acabo de leer de un tirón el libro Nieve en otoño de Irène Nemirovsky, publicada por primera vez a principios de siglo XX, cuando la escritora apenas tenía 28 años.
En ella se cuenta la historia de los Karin, una familia rusa de origen noble, caída en desgracia y condenada al exilio en Francia tras la violenta Revolución de Octubre.
El foco de la novela, quien aglutina las pequeñas y distintas historias de todos ellos, es Tatiana Ivanova, la fiel criada que durante generaciones ha servido a sus señores. Ella será la encargada de custodiar la vieja casa abandonada en Rusia, pero también de salvaguardar los recuerdos de toda la familia, hundida en la indiferencia y el cansancio.
Igual que en otras novelas de la autora, un cambio brusco e inesperado trastoca el destino de los personajes. Empujados por violentos acontecimientos, no les queda más remedio que sobrevivir en un mundo hostil y empobrecido, intentando olvidar un pasado brillante y luminoso.
Como ocurre con los relatos de Chejov, las obras de Irène Nemirovsky suelen ser breves, intensas y emotivas. Un solo detalle, un único símbolo empleado, puede bastar par explicar la vida de un personaje. 
Quizás Nieve en otoño no sea la mejor novela de la escritora, tal vez le falten páginas para ahondar un poco más en la historia que cuenta. Sin embargo, se trata de un libro totalmente recomendable para quien quiera pasar una sesión de alta Literatura. 

sábado, 3 de septiembre de 2011

DIENTE DE LEÓN




Diente de León de Mónica Rodríguez; Ilustraciones Ximena Maier.
XXII Premio Ala Delta de Literatura Infantil 2011
Zaragoza,  Edelvives, (Ala Delta 81) pp. 160,  8,80 €.

Por Miguel Luis Sancho.

“Las palabras son como los dientes de león. Vuelan y, a veces, solo a veces, caen en los corazones y los siembran”. Mónica Rodríguez posee el don de conseguirlo, gracias a su prosa cuidada y emotiva. De ahí que haya sido la merecida ganadora del XXII Premio Ala Delta de Literatura Infantil 2011 con su última obra.
El libro comienza cuando Manuel, un jubilado desocupado, se encuentra con Nicolasa en el hospital, donde ella está ingresada de gravedad. A través del contacto de las manos, Manuel recuperará el olvidado “Bosque de la Infancia”, que creía perdido y que amó con fuerza cuando tenía nueve años, y empezará a recordar una dolorosa historia, que jamás ha contado a nadie.
Desde el presente, viajamos a un pasado lleno de brillos y de sombras, más intenso que la actualidad. La autora nos lleva de la mano hasta la posguerra, donde dos niños, Mirta y el propio Manuel, juegan a explorar el bosque, donde tienen su escondite secreto en lo alto de un viejo roble. Allí descubrirán la mágica presencia del “Espíritu del bosque”, pero también la peligrosa existencia de “Ellos”.
Lo primero que llama la atención de la novela es su estilo poético y simbólico, muy alejado de la prosa funcional que abunda en la literatura infantil contemporánea. Además, el libro está protagonizado por dos ancianos inactivos, que han abierto la esclusa de los recuerdos, algo muy inusual en el género.
Asimismo, la autora muestra gran maestría a la hora de dosificar la información y crear intriga, consiguiendo mantener al lector con el corazón en un puño, mientras el relato avanza inexorablemente hacia su espectacular desenlace. Desde el punto de vista estructural, la novela es impecable, aunque el tono empleado en ella sea a veces clásico o demasiado sentimental. Esto no resta mérito a la historia, ya que está muy bien narrada, con un estilo sencillo y claro, tallado con frases cortas y directas, capaces de emocionar al lector.
En definitiva, un libro que gustará por igual a mayores y a niños. Una buena novela para recomendar en la escuela, merecedora – sin duda- del XXII premio Ala Delta de Literatura Infantil 2011que ha obtenido.