martes, 26 de junio de 2012

LO QUE QUEDA


Mi amigo César Fernández tiene razón:"La poesía es la reina. El género más grande".
Hace tiempo que no leía poesía despacio,  en concreto Lo que queda de Jaime Alejandre (Signos, 2012)
Las novelas me ocupaban todo el tiempo. Como un lector inexperto, corría tras las novedades juveniles expuestas en los escaparates, llenas de tópicos y de disparates dispares, que se me caían sin remedio de las manos.
En cambio, a veces, un  verso basta.
No hace falta más páginas para encontrar belleza, buena literatura y un corazón que tiembla.
No siempre hacen falta historias, tramas sorprendentes o mundos fabulosos. 
La palabra también puede ser un espejo donde la mirada se reencuentra a sí misma.
La poesía es una reina disfrazada de mendiga.
Un mirlo solitario que acaba de emprender el vuelo.
Unos ojos fijos en  Lo que queda.

lunes, 25 de junio de 2012

MIS LIBROS DEL VERANO


No son recomendaciones, sino los libros que tengo pensado leer durante este verano. Entre sus títulos encontraréis obras para adultos, pero también novelas juveniles. Yo leo de todo. ¿Por qué no?
Aquí os dejo la lista por si os animáis a leerlos conmigo y a comentarlos en el blog:


- EL GRAN NÚMERO, FIN Y PRINCIPIO Y OTROS POEMAS. Wislawa Szymborska / Hiperion.

-EL CABALLERO FANTASMA. Cornelia Funke / Siruela.

-LA HIJA DEL NILO. Javier Negrete / Espasa.

-CUANDO LÁZARO ANDUVO. Fernando Royuela / Alfaguara.

-LA CUEVA DE LOS DOBLONES. Julio César Romano /  Brief.

-PALABRAS ENVENENADAS. Maite Carranza /  Edebé.

-LA ISLA DE LA TELEVISIÓN. César Fernández García  / Palabra.

-LOS JUEGOS DEL HAMBRE. Suzanne Collins / Molino.

¿Qué otros libros me recomendáis?

sábado, 16 de junio de 2012

¿LIBRO DIGITAL O DE PAPEL?


Parecen enemigos antagónicos, rivales condenados a aniquilarse, como soldados de ejércitos contrarios. Sin embargo, en realidad, no lo son tanto.
En el fondo, la dicotomía  entre libro digital o en papel es sólo un ejemplo más de la crisis de pensamiento que atraviesa nuestra sociedad. ¿Debemos abrazar a ciegas las tentadoras novedades que nos ofrece la Tecnología o, por el contrario,  debemos defender a ultranza la Cultura con mayúscula, que cimienta nuestra civilización?
La Tecnología nos atrae irremediablemente, forma parte de nuestra mundo cambiante y el mercado (queramos o no) nos empuja con fuerza hacia ella. Sin embargo, la Tradición nos une al pasado, nos sirve para echar raíces, para anclarnos al suelo y para no olvidar de dónde venimos.
Desde mi punto vista, la solución se encontraría en hallar un equilibrio entre esas dos dimensiones: ni rechazar de antemano el  moderno libro digital, ni tirar a la basura el centenario libro de papel.
Debemos acostumbrarnos, por tanto, a vivir entre dos mundos antagónicos, el digital y el de papel, convirtiéndonos así en lectores anfibios.
En definitiva, tenemos que ser capaces de crear una  nuevaTecnología Cultural, 

viernes, 8 de junio de 2012

CUATRO MUERTES PARA LIDIA


CUATRO MUERTES PARA LIDIA
ENRIQUE PÁEZ
Paralelo Cero 73
Editorial BRUÑO
Marzo 2012
128 Páginas
8,90 euros

            “Todos los viajes  contienen la vida, y encierran muerte.”
                                                                            La odisea /  Homero
                
Cuatro muertes para Lidia  (Bruño, 2012) es, sin duda alguna, la obra más profunda y conseguida del escritor madrileño Enrique Páez. Desde las primeras páginas, el lector descubre que se trata de una novela dura y realista, escrita con pasión y buen gusto, que no deja indiferente a nadie.
                La novela arranca cuando la joven Lidia, acorralada por un círculo de fuego, debe abandonar su casa de la infancia y emprender un viaje en busca de su madre, acompañada por su padre y por su hermano Carlos, que es deficiente. En realidad, se trata de un viaje sin retorno, de una “odisea” apocalíptica hacia el “sur”, de una huida desesperada a través de  un desierto cubierto de ceniza. En ese infierno sin vida, les esperarán duras pruebas que tendrán que superar (campos arrasados por el fuego,  falta de  comida, ataques de lobos y de ratas, un fuerte tornado…), pero también encuentros inesperados  (como les ocurre a la llegada del sanatorio de Punta Lanza o al final del libro). Ambas cosas – pruebas y encuentros- harán que la protagonista vaya lentamente madurando, haciéndose mayor  antes de tiempo, a base de golpes  y de  dolorosas pérdidas de personas queridas.
                Según mi mirada, El último libro de Enrique Páez puede interpretarse de distintas maneras, ya que presenta distintos niveles o estratos de lectura:
                En primer lugar, la novela puede leerse como una distopía, como una historia de “supervivientes”, al estilo de La carretera de  Cormac McCarthy, donde un padre con sus hijos recorre un paisaje quemado, sumido en el abandono más absoluto. Las similitudes entre ambos libros son evidentes. Sin embargo, creo que la intención última de Enrique Páez es muy distinta a la del autor norteamericano. No se trata de un plagio, sino de una coincidencia emocional.
                En segundo lugar, la obra puede entenderse como un relato de maduración, donde la  protagonista debe realizar un viaje iniciático, aunque sea a su pesar.  Así,  la joven debe abandonar la confortable casa de la infancia y atravesar un desierto arrasado por el fuego  y la muerte para encontrar su verdadera personalidad. La historia de Lidia, por tanto, sería la cualquier adolescente. Necesita morir, dejar cosas atrás, para poder crecer.
                Yo, sin embargo, prefiero interpretar la novela como una metáfora de un estado de ánimo, de una “noche oscura de alma” (con final feliz).  El autor dedica mucho tiempo a describir el mundo apocalíptico por el que caminan los protagonistas, incapaces de aceptar la muerte. La ceniza, las ratas, el humo, el barro, los lobos, las llamas, los árboles carbonizados,… tejen una tupida red de significados, con connotaciones profundas, mucho más interesante a veces que las acciones que los personajes realizan.  Y es que, a pesar de su apariencia realista, la novela posee un fuerte simbolismo. Por ejemplo, el fuego- que aparece por todas partes en el libro- debe interpretarse como el tiempo que lo destruye todo; los buitres que persiguen a los protagonistas,  como presagios o heraldos negros de la muerte; el mar, como el punto de llegada y de esperanza…
                En cuanto a los aspectos formales, me parece que el autor elige con acierto el punto de vista narrativo: una voz sincera en primera persona, que nos permite adentrarnos en los sueños y  secretos mejor guardados de la mente de Lidia. Aunque el lenguaje utilizado por ella es en ocasiones demasiado elevado para una chica de su edad, la novela fluye con naturalidad y se lee bastante bien. Asimismo, me gusta cuando Páez recurre a las imágenes poéticas en las descripciones, ya que las utiliza con acierto y elegancia.  En ellas podemos descubrir no sólo un buen contador de historias, sino también un  escritor con oficio.
                ¿Gustará al público juvenil  Cuatro muertes para Lidia?
                Yo creo que sí. Los adolescentes no sólo buscan leer amores imposibles  en tierras exóticas, ni puertas a templos de fantasía vacía… También necesitan libros para identificarse, para conocerse a sí mismos, para afrontar las duras pruebas de la vida.
                La última novela de Enrique Páez es uno de esos libros. ¡Enhorabuena, maestro!

domingo, 3 de junio de 2012

DE VUELTA DE LA FERIA


Hoy sólo quería dar las gracias a todos aquellos que se han pasado esta mañana por la caseta 315 en la Feria del libro de Madrid.
Gracias a José Luis de Ediciones Palabra por tenerlo todo preparado, al editor Vincent Brigde por su fidelidad y confianza, a la ilustradora Susana Rosique por venir (ya te pondré cara a los comentarios), a Nieves y Eduardo, a Juan y Ofelia, a Carlos, a Alicia Mb y a Miguel Sanz... Y a tantos desconocidos, sobre todo jóvenes, que se han encontrado por primera con alguna de mis novelas (en especial "La espiral de los sueños) y la han elegido como próxima lectura.
Ojalá que, como Lorca escribiera  un díaa modo de  "Prólogo",  pensaran lo siguiente:

¡Qué pena de los libros
que nos llenan las manos
de rosas y de estrellas
y lentamente pasan

...

Dejaría en este libro
toda mi alma".