A veces un blog literario se parece mucho a un diario, a un monólogo íntimo, a una conversación sin interlocutor.
Si esto ocurre, lamentablemente vamos por mal camino. Nuestra página no llegará a ser un verdadero blog.
El webblog tampoco puede convertirse en un púlpito ni en un estrado, donde el escritor habla sin cesar o sin mirar a los ojos a nadie. El blog debe estar siempre abierto, dispuesto al comentario, transformándose en una auténtica comunicación.
El problema es que hay tantos blogs y tantas conversaciones mezcladas y entrelazadas, que es muy difícil saber a quién seguir o escuchar con atención.
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