La venta de libros nunca coincide con lo que los autores esperan.
¿Cómo es posible? ¿Es que los lectores no se dan cuenta del talento que hay encerrado entre sus páginas? ¿Qué es lo que falla?
Lo primero que conviene recordar es que la venta de libros no es equivalente al número de lectores que una obra posee. Todos conocemos el típico caso del libro que se regala por un cumpleaños o por Navidad. Suelen ser best-seller, a veces de ínfima calidad, que nunca se llegan a leer hasta el punto final. Muchos de ellos acaban en las estanterías del salón, acumulando polvo y tiempo; pero la campaña de marketing ha funcionado y cumplido con su objetivo a la perfección.
Paradójicamente, hoy en día, un libro de éxito o triunfador no es el que más ejemplares vende en las librerías, sino el que alcanza más descargas ilegales a través de un ordenador. Se trata de libros de moda, que corren de boca en boca, que se recomiendan con entusiasmo, pero que nadie compra en realidad.
Las editoriales tradicionales, estranguladas por la crisis económica, se replantean cada vez más la publicación de una obra que "a priori" no sea rentable. En el pasado, muchos libros se publicaban sabiendo de antemano que iban a tener un público minoritario y que no se iba a ganar dinero con ellos. Sin embargo, los editores se arriesgaban publicándolos, porque creían que eran culturalmente necesarios. En la actualidad, si te publica un libro una editorial de las consideradas grandes, es como si te hubiera tocado la lotería.
¡Qué extraño que alguien apueste por ti!
Estamos en un momento de cambio total. Ahora nadie sabe dónde tocar, qué tecla apretar, ni en las editoriales, ni en los medios de comunicación, ni en el mundo de la música, aunque ellos tienen los conciertos. Nosotros no ganamos con los encuentros. Cada vez más, el oficio de escritor es una segunda profesión que no aporta económicamente. Se hace por amor la arte y se gana dinero con el primer empleo. No hay otra.
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