Me acabo de leer de un tirón el libro Nieve en otoño de Irène Nemirovsky, publicada por primera vez a principios de siglo XX, cuando la escritora apenas tenía 28 años.
En ella se cuenta la historia de los Karin, una familia rusa de origen noble, caída en desgracia y condenada al exilio en Francia tras la violenta Revolución de Octubre.
El foco de la novela, quien aglutina las pequeñas y distintas historias de todos ellos, es Tatiana Ivanova, la fiel criada que durante generaciones ha servido a sus señores. Ella será la encargada de custodiar la vieja casa abandonada en Rusia, pero también de salvaguardar los recuerdos de toda la familia, hundida en la indiferencia y el cansancio.
Igual que en otras novelas de la autora, un cambio brusco e inesperado trastoca el destino de los personajes. Empujados por violentos acontecimientos, no les queda más remedio que sobrevivir en un mundo hostil y empobrecido, intentando olvidar un pasado brillante y luminoso.
Como ocurre con los relatos de Chejov, las obras de Irène Nemirovsky suelen ser breves, intensas y emotivas. Un solo detalle, un único símbolo empleado, puede bastar par explicar la vida de un personaje.
Quizás Nieve en otoño no sea la mejor novela de la escritora, tal vez le falten páginas para ahondar un poco más en la historia que cuenta. Sin embargo, se trata de un libro totalmente recomendable para quien quiera pasar una sesión de alta Literatura.
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